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Sociedad

Invierno y antojos: cómo el cuerpo cambia con el frío y qué hacer para mantener el equilibrio

Escrito por:   Pía Castro
La información es de:   Comunicado de prensa

antojos de invierno y cómo cambia el cuerpo con el frío

Contexto | Pixabay

Con la llegada del invierno, muchas personas notan un aumento en el apetito, especialmente por alimentos ricos en azúcares y grasas.

Este fenómeno, lejos de ser solo una cuestión de "antojos", responde a una serie de factores fisiológicos, emocionales y ambientales que impactan directamente en nuestra alimentación, salud digestiva y bienestar general.

"La reducción de la luz solar durante los meses fríos disminuye la producción de serotonina, un neurotransmisor clave en la regulación del estado de ánimo. Esto genera una mayor búsqueda de alimentos ricos en carbohidratos, ya que estos favorecen su síntesis", explica Chris Pefaur, nutricionista del Laboratorio Nutrapharm.

Además, el frío exige un mayor gasto energético para mantener la temperatura corporal, lo que incrementa la sensación de hambre.

El invierno afecta lo que queremos comer

Durante el invierno, los carbohidratos más consumidos suelen ser los simples, como pan blanco, pasteles o snacks altos en azúcar. Pefaur advierte que "el cuerpo pide alimentos que generen calor, pero estos no son los más adecuados debido a los problemas metabólicos que pueden generar, como diabetes u obesidad".

De hecho, según la OCDE, el 74% de las chilenas y chilenos padecen obesidad o sobrepeso, cifra que se duplicó durante los últimos 13 años.

Sumado a esto, pasar más tiempo en casa y reducir la actividad física promueve una alimentación menos planificada y más emocional, en busca de confort.

"Muchas veces, la comida se convierte en una forma de lidiar con el estrés, el encierro y la falta de luz solar. Por eso es crucial fomentar una alimentación consciente y equilibrada en esta época del año", añade Pefaur.

Las consecuencias del frío

Este aumento en el apetito puede tener consecuencias importantes. Una dieta rica en ultraprocesados, azúcares y grasas saturadas no solo influye en el peso corporal, sino que también puede activar procesos inflamatorios y alterar la microbiota intestinal, generando molestias como hinchazón, estreñimiento o digestiones pesadas.

La microbiota intestinal, además de regular la digestión, tiene un rol clave en el eje intestino-cerebro. Aproximadamente el 90% de la serotonina del cuerpo se produce en el intestino, por lo que mantener una microbiota equilibrada ayuda a prevenir síntomas como fatiga, irritabilidad o tristeza estacional.

Para ello, se recomienda una dieta rica en fibra prebiótica (como frutas, verduras y legumbres), alimentos fermentados (como kéfir o yogur natural) y reducir el consumo de ultraprocesados.

El uso de postbióticos durante el invierno puede ser clave para fortalecer el sistema inmune y mejorar la salud digestiva.

Por otro lado, los ácidos grasos Omega 3, particularmente EPA y DHA, tienen propiedades antiinflamatorias y apoyan la función cerebral, mejorando la síntesis de serotonina y dopamina. Esto se traduce en beneficios tanto físicos como emocionales, contribuyendo a reducir la fatiga estacional, la irritabilidad y el bajo estado de ánimo.

"El uso de suplementos como estos, en el marco de una alimentación balanceada, permite controlar mejor los antojos invernales y mantener un metabolismo más estable", dice el especialista.

"La clave está en entender que no se trata de reprimir el apetito, sino de regularlo con estrategias que respeten el funcionamiento natural del cuerpo", concluye Chris Pefaur.

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